Los microcréditos son préstamos de pequeñas cantidades de dinero a personas que lo tienen muy difícil para pedir un préstamos en un banco normal. Se utilizan para comenzar un proyecto que les permita generar ingresos en el futuro.
¿Qué NO son?
NO es caridad; es un préstamo.
NO es a fondo perdido; se tiene que devolver.
NO es un crédito de consumo; es para abrir un negocio.
NO es solo para personas emprendedoras; es para personas con pocos recursos.
Son una herramienta muy utilizada por la banca ética.
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El cambio climático está afectando a todo el planeta, pero… ¿Nos afecta a todas las personas por igual? Lamentablemente, no. Las consecuencias más inmediatas y trágicas las están sufriendo, como siempre, los países más empobrecidos.
¿Qué pueden hacer las finanzas para frenar el cambio climático? Con la banca tradicional no sabemos en qué se invierten nuestros ahorros, aunque es poco probable que sean proyectos que ayuden al medioambiente… En cambio, la banca ética prioriza proyectos respetuosos con el medio ambiente.
Como bien dice Vandana Shiva, «no es una inversión si está destruyendo el planeta».
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¿Sabes qué son las inversiones socialmente responsables?
Son inversiones que benefician tanto a quien invierte como a la sociedad. Parece deficitario, ¡pero no! En muchas ocasiones pueden resultar hasta más rentables que una inversión normal. Por ejemplo, una fábrica fotovoltaica es una inversión muy rentable hoy en día.
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¿Sabías que en el Estado español, en 2011, de todos los préstamos que se concedieron solo un 8% fue para mujeres? ¿Y que en el año 2000 al 85% de las mujeres que pidieron un crédito se lo denegaron?
Los bancos saben que las mujeres ganamos menos dinero (¿Te suena la brecha salarial?). Nunca nos van a decir que no nos dan un préstamo «por ser mujeres», pero ponen trabas sutiles para que no podamos acceder a ellos: intereses muy altos, garantías extra, avales…
Y, además, esa discriminación aumenta según tu clase social, la etnia, la edad, el origen o la religión.
Son prácticas discriminatorias inadmisibles que no se deben tolerar ni normalizar. Por eso, apostamos por unas finanzas éticas y alternativas al sistema capitalista que se nutre de las desigualdades.
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Nombre completo: Nicoletta Radatta. Nació en la región de Molise, al sur de Italia; luego, su periplo vital la llevó a Colombia, Andalucía, Catalunya y Euskal Herria. Es curiosa por naturaleza y siempre se está preguntando el porqué de las cosas, tanto es así que lanzó en junio de 2020 el proyecto de comunicación “Revolución Gastronómica, cambiar el mundo comiendo”.
Después de adentrarse en la web de la Revolución Gastronómica, el acto de comer adquiere otras dimensiones. Mejor aún, la acción de llenar el carrito de la compra se convierte en un acto de rebeldía de consecuencias políticas, económicas, sociales, medioambientales, insospechadas que Nicoletta ayuda a comprender, porque “no todo vale” en la industria alimentaria.
“Dejar de comprar objetos comestibles”, aconseja Nicoletta, Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas en Bolonia, con estudios de Economía Social y Solidaria en Medellín, Colombia; especialización en Dinamización Comunitaria en Barcelona y realizó un estudio sobre las experiencias de gestión alternativa de comedores escolares con menús 100% ecológicos de productos locales y de temporada, además de ser socia de Labore Bilbo, supermercado alternativo donde imparte charlas y asesora la decoración de la tienda, y forma parte de la junta directiva de Justicia Alimentaria, asociación que cree en la necesidad de cambiar el sistema agroalimentario dominante.
Enseñanzas campesinas
En medio de los cafetales latinoamericanos aprendió la resistencia campesina, la fuerza de las familias productoras locales que son el alma del mundo rural vivo que está comprometido con el territorio. Mismo espíritu en la población local de Senegal, en África, privada de sus medios de vida por las empresas que se apropian de grandes extensiones para sembrar melones y sandías “fuera de temporada” y exportarlos a Europa, a donde también llegan en patera las mujeres y hombres senegaleses obligados a desplazarse o migrar al quedar sin tierra que cultivar.
De acuerdo a Nicoletta, proveernos de alimentos es un acto político, ya que tiene consecuencias económicas y sociales para el territorio y, por tanto, debemos reivindicar un sistema alimentario de calidad, basado en la justicia social y la sostenibilidad ambiental. “La alimentación es un Derecho no un negocio”, explica… “está en nuestras manos romper el círculo vicioso del consumo alienado”.
Nos invita, entonces, a ser conscientes y participar en la construcción de un nuevo sistema alimentario que edifica la Soberanía Alimentaria, a través de la agroecología. ¿Razones para hacerlo? Respuesta contundente: el actual es abusivo, insostenible e insolidario. Características que se agudizaron con la pandemia del coronavirus en 2020, situación que motivó todavía más el lanzamiento de la web Revolución Gastronómica. La activista recordó la medida injusta del Gobierno Vasco de cerrar los mercados locales, como el de Gernika o el del Arenal, diciendo que no garantizaban las medidas de seguridad, favoreciendo a los grandes supermercados. Otra demostración de que el Gobierno no tiene la apuesta por el producto local, “muchos se quedaron sin circuito de distribución, sin alternativa”.
Una emergencia, una oportunidad
El proyecto de comunicación sigue su cauce al tiempo que la sociedad misma se reacomoda a vivir en pandemia, y aunque Nicoletta reconoce que el sistema imperante no ha cambiado, piensa que el momento actual sí es una oportunidad de visibilizar la fragilidad del sistema alimentario industrial. Plantea una pregunta ejemplo: “¿Qué pasaría con el ganado si Argentina y Brasil dejan de exportar soja?”
Y va más allá al afirmar que todas las pandemias se sitúan en las macrogranjas, sin embargo el sistema no ataca las causas reales de ellas. También advierte de que antes de la pandemia del coronavirus, ya teníamos dos pandemias, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud: la obesidad y la desnutrición. “Estamos comiendo alimentos que nos enferman de dolencias cardiovasculares, de cáncer, los datos están ahí”, vuelve a insistir Nicoletta, quien cree que el primer paso para conseguir un cambio es “si la gente fuera consciente” y que lea la información de los alimentos que compramos en el supermercado, las tiendas,…grasa, azúcar,…
“Al bebé lo acostumbramos a sabores artificiales y por eso, no quieren las verduras en las escuelas, porque no conocen esos sabores”, explica Nicoletta. “Consumimos platos precocinados y luego vamos a un gimnasio para estar saludables”.
La salida de la encrucijada nos la ofrece la alternativa real de la Soberanía Alimentaria que va de la mano con la agroecología. Esta propone un nuevo paradigma que dice: “hay que cambiar el sistema”, partiendo de la agricultura a pequeña escala, repartiendo la riqueza social entre las personas y el territorio, gracias a las prácticas de la agroecología que toca todas las dimensiones, como la política, lo social, lo económico y la medioambiental. “Significa producir alimentos sanos y de buena calidad en condiciones dignas y en armonía con la naturaleza”.
Con 41 años recién cumplidos el pasado 3 de mayo de 2021 y a casi un año de hecha pública su Revolución Gastronómica, Nicoletta sigue creyendo radicalmente en la frase de Eduardo Galeano:
Los paraísos fiscales son lugares en los que se pagan muchos menos impuestos. Pero, ¿qué tiene de malo que las personas y empresas ricas se lleven ahí su dinero?
Parece que los impuestos son una carga que nos imponen, pero gracias a los impuestos pagamos las escuelas, los hospitales, el transporte público… Si quienes más tienen se marchan a otros países a pagar los impuestos, tenemos menos dinero para invertir en servicios sociales.
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Es una corriente silenciosa de las formas de vivir opuestas al capitalismo, entre ellas se encuentran las finanzas éticas y solidarias que llevan años demostrando con sus prácticas que las alternativas sí son posibles. Hoy más que nunca ante la crisis de la pandemia, se volvió a ver que el cambio es urgente porque está en juego la vida de las personas y el planeta.
Visibilizar el gran desafío fue el objetivo de las Jornadas de Confluencia “Transformación educativa y socioeconómica hacia la sostenibilidad de la vida y el planeta”, organizadas por Finantzaz Haratago, del lunes 3 de mayo al viernes 7 de 2021, con el formato de sesiones online. El primer día arrancó con el tema Educación en finanzas éticas y solidarias: engranaje para las economías transformadoras.
Alfonso Bolado, de Arç Cooperativa – Mesa de Finanzas Éticas de Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), y Nina González Fernández-Argüelles, de Financiación Ética y Solidaridad (FETS) y de la Red por la Educación por las Finanzas Éticas y Solidarias (RedEFES), inauguraron las distintas intervenciones que durante la semana iniciaban a las 18:00 horas del Estado español. Hubo una excelente participación del público en los debates, al final de las ponencias.
Alfonso B. Bolado habló sobre la propuesta de la economía social ante la emergencia sistémica.
El engranaje
“Queremos pensar colectivamente en los retos de las finanzas éticas y la educación”, dijo Bolado. Él sostiene que eso es fundamental para la construcción de los puntos de encuentro, a partir de los cuales se ampliará el círculo de incidencia de las finanzas éticas que desde los años 80 vienen siendo un engranaje del mundo financiero, donde se van posicionando en el imaginario.
Actualmente, en el Siglo XXI, las evidencias de la fractura social quedaron todavía más al desnudo con la pandemia del coronavirus. Estas son intolerables a nivel mundial y “nos llevaron de nuevo a los responsables, al sistema neoliberal extractivo e irresponsable”, afirmó Bolado. Así que el cambio estructural es urgente y en el proceso, las finanzas éticas tienen un papel relevante debido a su poder emancipador, cuya fuerza radica en que reconstruye el vínculo social con los flujos económicos éticos y solidarios, porque sus prácticas económicas reales sitúan la vida en el centro, huyendo de la economía especulativa.
El gran aporte de las finanzas éticas en el nuevo momento global quedó visibilizado en el Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras (FSMET), celebrado en 2020. González explicó que ante la pregunta de qué son las economías transformadoras, pueden existir distintas respuestas pero todas giran alrededor de formas de convivir diametralmente opuestas al capitalismo, al neoliberalismo. “Son muchas miradas pero nos unen las alternativas que sitúan en el centro a las personas, sus comunidades, sus prácticas que sí son posibles”, señaló.
Sonia Vidal, de la Coordinadora Europea de la Vía Campesina, participó en el debate sobre agroecología.
El nuevo sistema
¿Qué prácticas? Entramos de lleno al mundo de la democracia económica, el comercio justo, la economía feminista, la economía de los cuidados, la agroecología, la soberanía alimentaria, las finanzas éticas y solidarias…todas buscan transformar el poder institucional, político, organizativo, económico, cultural y el conocimiento. Y, precisamente, en este último es importante el tema que se desarrolló en la sesión del jueves 6 de mayo: Educación Económica y Financiera.
Ese día se presentó la investigación “Revisión crítica de los libros de textos de economía” y también se dio a conocer la Propuesta didáctica “Educación Financiera ética para transformar la sociedad”, en la cual ha colaborado Finantzaz Haratago. El primer trabajo fue dado a conocer por Maitane Jaio Atela, economista y docente de Secundaria; Jon Bernat Zubiri Rey, economista y docente de la Universidad del País Vasco; y Javier Murillo Arrollo, economista, docente de Secundaria y de la Universidad Complutense de Madrid; mientras la Propuesta didáctica recayó en Eneko Marín Aparicio, del Sindicato STEILAS.
La Investigación descubrió los temas trampas, la visión acrítica, el análisis pobre, la visión dulcificada del sistema económico y la realidad económica sin ofrecer las diferentes perspectivas, “solo ofrecen una visión sin presentar la discusión, el debate, que existe en el mundo económico”, advirtió Murillo Arrollo y añadió: “la economía es una ciencia conflictiva en sí por los diversos intereses materiales que están en juego…”.
Arane Altuna presentó la experiencia de Nortlan, la primera correduría de seguros ética de Euskadi.
La enseñanza de las finanzas éticas
Zubiri Rey está convencido que “como se enseña la economía será lo último que cambie”, porque al poder imperante no tiene interés en potenciar el pensamiento crítico. Sin embargo, en esa ruta se encuentra la nueva Propuesta didáctica que surgió como una idea en 2019 al observar con preocupación la presencia de entidades financieras capitalistas en los centros educativos, promoviendo las reglas de juego que beneficia a unos pocos. “Es nuestro granito de arena desde las finanzas éticas, para responder a la injerencia”, argumentó Marín Aparicio. “Ser críticos exige hacerse preguntas desde muy temprano”.
La Propuesta didáctica “Educación Financiera ética para transformar la sociedad” cubre de quinto de primaria hasta bachiller, incluso se puede dar en una clase de matemática o historia, ya que la economía está ligada a muchos ámbitos de nuestra vida. “Desde el primer momento que un chaval paga algo, ya tiene contacto con la economía”, recordó Marín Aparicio.
Puedes volver a ver todas las jornadas aquí:
1ª sesión: Educación en finanzas éticas y solidarias: Engranaje para las economías transformadoras
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2ª sesión: Agroecología y soberanía alimentaria: Sostenibilidad y justicia climática
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3ª sesión: Economía feminista y educación popular: La vida y el planeta ante el capital
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4ª sesión: Educación económica y financiera: Protestas y propuestas
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5ª sesión: Experiencia de los seguros éticos y solidarios: Cambios que generan impactos
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En la década de los 80, personas de diferentes países, insatisfechas ante la falta de compromiso social y medioambiental de los bancos, decidieron crear la banca ética. Hoy en día son ya bancos con todas las de la ley, pero centrados en el bien común. ¡Cámbiate a la banca ética!
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En el marco del Día Internacional de las Personas Trabajadoras, Finantzaz Haratago ha entrevistado a Jon Bernat Zubiri sobre la influencia del sistema capitalista en los derechos de las personas trabajadoras.
Fotografía: Hasier Goikolea
Jon Bernat Zubiri Rey es Doctor en Economía del Trabajo por la Universidad Grenoble. Actualmente es profesor de la Facultad de Relaciones Laborales de la Universidad del País Vasco. Ha realizado estudios colectivos sobre el trabajo de los jóvenes, el sindicalismo, la economía del País Vasco y las políticas de división laboral, entre otros.
Por un lado, tenemos la vulneración de los derechos laborales de las personas migrantes, la precariedad juvenil o la brecha de género. Por otro lado, la mejora de los permisos de maternidad y paternidad, la reducción de las horas semanales está en debate… Es difícil adivinar el futuro de los derechos de las personas trabajadoras. ¿Hacia dónde vamos?
El futuro de los derechos de las personas trabajadoras será consecuencia de la acción de las propias trabajadoras. La historia no está escrita. De cara al futuro, existen posibilidades para reforzar los derechos laborales. La pandemia ha puesto de manifiesto las malas condiciones de algunos sectores, especialmente en aquellos que están feminizados (que son esenciales, además): bajos salarios, trabajos inestables, falsos autónomos, residencias privatizadas, recortes en educación y sanidad…
Esto permite buscar nuevos consensos para el trabajador, especialmente reforzando el sector público y esencial, mejorando el trabajo y creando más puestos de trabajo. Estas luchas concretas pueden suponer nuevos derechos para toda la plantilla.
Por ejemplo, como consecuencia de la pandemia, se han intentado hacer algunas cosas lo mejor posible: se han encarecido los despidos, se han creado ERTEs para evitar los despidos, se han tomado nuevas medidas sobre la salud del trabajo, se han hecho leyes sobre falsos autónomos… Sin embargo, todavía es posible despedir sin medida a los y las trabajadoras, y en la industria de Euskal Herria esos despidos empiezan a resultar masivos y graves. Yo creo que los derechos de las personas trabajadoras son consecuencia del desarrollo de la economía capitalista.
Hay un cambio de tendencia en los últimos años a nivel internacional. Los organismos internacionales han cambiado el discurso de austeridad que tenían antes. No voy a empezar ahora a alabar las políticas del Fondo Monetario Internacional o de la Comisión Europea, pero hay que reconocer que ha habido cambios. Los últimos informes y medidas que se están proponiendo incluyen recomendaciones para estabilizar los trabajos, dignificar los salarios, establecer rentas mínimas y políticas de renta y distribución.
«Para organizar el trabajo del futuro es necesario fomentar la dignidad, subir la renta y trabajar la estabilidad»
En base a ello, debemos reivindicar que el discurso de las patronales vascas y de las patronales españolas no es justo para organizar el trabajo del futuro y que es necesario fomentar la dignidad, elevar la renta y trabajar la estabilidad, y mejorar poco a poco la situación de los trabajadores. Que no sea siempre la clase trabajadora la que pague la crisis.
La división de clase, género y raza en el trabajo parece cosa del pasado… ¿Lo es realmente?
Ese reparto, más que reducirse, se está agravando. La división de clases aumenta en tiempos de crisis. Las crisis siempre son momentos de adaptación y es entonces cuando surgen situaciones más graves para algunos sectores. Por ejemplo, en la crisis anterior (2008), muchos trabajadores de la construcción se quedaron en la calle. Como consecuencia, muchas familias tuvieron que adaptarse; muchas mujeres salieron al mercado laboral porque sus maridos o familiares se quedaron en el paro. Lo mismo ocurre con la crisis constante de la industria; la división de clases va en aumento. A medida que mejoran los beneficios de algunos y las circunstancias de sus negocios (en el ámbito tecnológico, financiero, etc.), otros tantos pequeños empresarios y trabajadores se quedan en la calle.
También podríamos decir lo mismo desde el punto de vista de género. Las mujeres han sido las que han sufrido las consecuencias más graves de esta crisis y la anterior. Al fin y al cabo, han sido las mujeres las que han estado trabajando sobre todo en sectores esenciales y en primera línea. Como consecuencia de los recortes, ha habido mucha subcontratación y las trabajadoras han estado solas para sacar adelante los servicios básicos.
¿Y qué decir de las personas migrantes? Antes de la crisis de 2008, los y las migrantes que vivían en Euskal Herria y Europa estaban trabajando más que la gente autóctona. Con la crisis, muchas de esas migrantes se fueron a sus países de origen o a Francia y Alemania por el paro generado. En la actualidad, las personas migrantes reciben salarios más bajos, tienen tasas de paro más altas y sufren más injusticias. En las crisis, siempre son el último eslabón.
“Queremos más flexibilidad, que no queremos jefes, que podemos hacer dos o tres trabajos a la vez, ¿no? Empieza a ser una realidad”. Estas palabras del fundador de Glovo han creado mucho revuelo en redes sociales. ¿Qué opinas sobre esta ‘moda’ de blanquear la precariedad?
Son quimeras posmodernas y hace tiempo que las vemos. Venga lo que venga, parece que nos tenemos que adaptar a la nueva situación con una sonrisa y mediante la autoexplotación.
La situación de las nuevas economías y de los sectores relacionados con la tecnología ha sido grave. Especialmente para la juventud. Se ha visto envuelta en la llamada ‘clase media’: han hecho másteres, saben inglés o francés y luego han acabado trabajando por 500 euros en diversos proyectos de emprendimiento, espacios creativos o pantomimas del estilo. El fracaso de muchos y muchas jóvenes ha sido evidente en ese sector.
Además, últimamente se ha desarrollado una visión favorable de esa inestabilidad: siempre estás cambiando, no vives en el mismo sitio, vas cambiando de pareja como una tendencia de consumo… El capitalismo ofrece siempre la ideología y la cultura de las clases altas como aspiración: si trabajas mucho y te autoexplotas, llegarás a tener una gran casa, un buen coche o un barco.
Ahora ha ocurrido un cortocircuito; ni estamos en ese punto ni volveremos a eso. Sabemos, además, que las prácticas laborales que se están realizando en empresas como Glovo son muchas veces ilegales. Contratan a gente sin pagar nada, y eso no es justo.
Para combatirlo, aquí en Euskadi, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Garbiñe Biurrun, ha impulsado una serie de medidas sociales y la ministra española de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, también ha promovido imposiciones regulatorias. Por ejemplo, Glovo tendrá que contratar a 11.000 personas, porque el sistema de organización laboral de la empresa no es legal en el Estado.
El discurso de poner la vida en el centro está hoy en boca de todas y es uno de los clamores de la economía feminista. ¿Es posible conseguirlo en el seno del sistema capitalista?
Existe la posibilidad de conseguir logros dentro el sistema capitalista. Esta aportación holística o ‘más completa’ por parte de la economía feminista tiene mucho que ver, por ejemplo, con la reducción de horarios que habéis mencionado anteriormente. Las economistas feministas han hecho aportaciones beneficiosas e inspiradoras para el movimiento feminista, pero también para los movimientos obreros y ecologistas, la economía social y solidaria, el cooperativismo, las comunidades organizadas y los grupos religiosos, para renunciar a la destrucción de la naturaleza. Estas filosofías al margen del capitalismo pueden encontrar una síntesis en la economía feminista.
«La economía feminista ha hecho aportaciones beneficiosas e inspiradoras para rechazar el sistema capitalista, el patriarcado y la destrucción de la naturaleza»
Por ejemplo, la feminista madrileña Carolina del Olmo comentó en la clausura de las jornadas ‘Economía crítica’, una clase repleta de economistas masculinos y de marxistas y poskeynesianos, que quizá trabajar menos puede ser un consenso entre todos y todas. Desde la ecología, desde el punto de vista contrario al patriarcado y también desde la clase trabajadora, tener más tiempo libre sería beneficioso. Porque así tendremos más tiempo para vivir, cuidarnos mutuamente, preocuparnos más del mundo, consumir menos y también más tiempo para hacer las cosas por nosotros mismos. Así, no comercializaríamos los servicios de cuidados y nosotros mismos tendríamos tiempo para hacer frente a los problemas que existen en nuestra familia y comunidad. Para ello hay que trabajar menos.
Es cierto que la economía feminista no solo parte de esa reivindicación concreta, pero demuestra que su reivindicación puede servir para sintetizar intereses comunes. Ejemplo de ello son Cristina Carrasco, Amaia Orozco y Astrid Agenjo. Son tres importantes economistas feministas de tres generaciones que han trabajado intensamente con grupos y colectivos de mujeres. Se está haciendo una especie de síntesis de esa reivindicación de poner la vida en el centro, no para seguir en el seno del capitalismo, sino para ir cambiando el capitalismo, poniendo la vida en el centro y alejando el capital del centro. ¿Acabaremos con ello todo el capital? No, porque las producciones de recursos no se pueden destruir del todo. Pero podemos prescindir del capital, por ejemplo, haciendo más importante en una empresa garantizar y dignificar el trabajo y reducir la brecha de género en lugar de tener mayores beneficios. Eso se puede organizar por ley. En todo tipo de empresas se pueden fomentar este tipo de valores ecologistas, feministas y sociales.
¿Qué podemos hacer las organizaciones que impulsamos las finanzas éticas y la economía social y solidaria para defender en los derechos de la clase trabajadora?
Tenemos que remar y remar para llevar a cabo otro modelo. El origen de la economía social y transformadora proviene de movimientos populares menos modernos y del mundo rural. La gente lleva mucho tiempo uniéndose en grupos para tomar decisiones conjuntas y organizar infraestructuras. La economía social y solidaria es la actualización de esos valores comunitarios de antaño. En el siglo XXI, tenemos otras propuestas: desarrollar entidades financieras como Fiare o Koop57, impulsar iniciativas energéticas como Goiener, apoyar mercados locales y redes agrarias, promover campañas de compra masivas como Errigora en la Ribera de Navarra… Euskal Herria es próspera en ese sentido, pero al mismo tiempo el capitalismo más corrupto gobierna hoy en día. Este tipo de valores chocan con los gobiernos vascos existentes y con la tendencia a ‘vender’ Euskal Herria a nivel internacional.
«Para construir un nuevo mundo socialista y ecofeminista hay que desarrollar estructuras, redes, empresas y asociaciones en el viejo mundo capitalista, para poder sustituir así el capitalismo de una forma progresiva»
Ahí viene también un objetivo estratégico de la economía social y transformadora: hay que ir más allá de gestionar mejor el día a día. Hay que organizar, redimensionar y difundir todo lo existente (regulaciones, reglamentos, certificaciones sociales…). ¿Por qué se puede contratar desde el espacio público a una empresa o asociación que destruye la naturaleza y explota a los y las trabajadoras? Tiene que haber criterios para todas las empresas y la economía social y solidaria tiene que promover iniciativas políticas para que lo que se haga no quede sólo a pequeña escala o autóctona. Tenemos que buscar la generalidad. Todas las empresas deben ser sociales y solidarias. ¿Por qué el egoísmo puede ser legal y no la colaboración y ayuda mutua? Yo creo que se puede conseguir algo.
Hay una cita que decía el ‘aitite’ Marx: hay que crear las condiciones en el mundo antiguo para construir un nuevo mundo. Es decir, es en el viejo mundo donde hay que desarrollar esa organización y ese entramado de trabajo de ese nuevo mundo. Para construir un nuevo mundo (socialista y ecofeminista, por ejemplo) es necesario desarrollar estructuras, redes, empresas y asociaciones en el viejo mundo capitalista. De esta forma, el capitalismo podrá ser sustituido de una forma progresiva y, en un momento dado, se podrá dar un salto decisivo.
¿Saldrás a la calle el 1 de mayo? ¿Cuál será tu consigna?
El 1 de mayo es un día muy importante para la clase obrera, y se rinde homenaje quienes combatieron en esa gran lucha para trabajar ocho horas al día. Es un día de lucha para las personas trabajadoras, para construir nuevos logros.
Mi consigna es que no debemos defender solo reivindicaciones concretas o parciales. Mirando hacia el futuro, para construir un nuevo mundo, en este capitalismo destructivo necesitamos tener un rumbo a largo plazo, y no solo apoyarnos en los baches diarios. Es importante que los y las trabajadoras vean que todas las luchas concretas son importantes, pero que la meta debe ser construir un mundo viable para toda la gente. Es la única manera de ‘salvar’ el mundo, por el clima y la explotación de materiales y recursos, para no llegar a un mundo ‘madmaxiano’. Hay que crear un mundo de justicia e igualdad.
«Es importante que las personas trabajadoras vean que todas las luchas concretas son importantes, pero que la meta debe ser construir un mundo viable para toda la gente»