Con los efectos de la crisis financiera aún presentes, quizás entender hoy las finanzas alternativas puede resultar algo más sencillo. De hecho, parece que hay un amplio consenso en que es necesario buscar alternativas a los modos en los que las entidades financieras han venido operando en nuestros mercados.
Sin embargo, el alcance que se pretende para esas alternativas es muy variado, y podemos encontrar propuestas que van desde profundas refundaciones a leves retoques. El movimiento de finanzas alternativas se sitúa claramente en el ámbito de las revisiones de profundidad, de aquel que plantea una necesaria superación de algunos de los elementos centrales de nuestro actual sistema económico, como la búsqueda de la rentabilidad económica como principal motor de la actividad o el imperativo del crecimiento continuo. Por eso se vincula con el término cada vez más conocido de “banca ética” o “finanzas éticas”, que no es otra cosa que expresar el resultado que se obtiene de analizar éticamente la intermediación financiera. Dicho análisis ético da como resultado una serie de cuestionamientos que apuntan a una manera de hacer finanzas completamente diferente a la que se ha venido desarrollando en las últimas décadas en nuestro sistema económico y conforma el variado espacio de las finanzas alternativas. Analizando la actividad financiera, la primera exigencia ética es la recuperación de lo que constituye su bien o función social, que no es otro que conectar ahorro y préstamo mediante un proceso transparente y perfectamente informado. Ni rastro de derivados, productos especulativos, paraísos fiscales, grandes carteras industriales o hipotecas subprime tras ese bien social. La segunda exigencia tiene que ver con el lugar de la rentabilidad económica en el proyecto. Siendo necesaria una sostenibilidad económica del proyecto, la maximización del beneficio no puede sin embargo ser el único motor que guíe las decisiones, ya que este “yugo” de la utilidad económica condiciona radicalmente el valor social de la actividad financiera. En este campo, las finanzas alternativas rechazan la inmoralidad que supone unas condiciones retributivas que generen desigualdades escandalosas o amenacen la propia estabilidad de la organización con mecanismos que favorecen que los altos directivos persigan rápidos beneficios o crecimientos a cambio de poner en riesgo el proyecto a medio plazo.