Traducción del artículo publicado en Berria el 26 de junio 2019.
Durante los últimos años se han creado toda una serie de iniciativas para fomentar la educación financiera. Lamentablemente, muchas de esas propuestas son promovidas por entidades privadas y bancos, y por tanto, no crean una educación crítica. ¿No estaremos dejando entrar al zorro en el corral? ¿Cómo podemos permitir que metan mano en el ámbito educativo a aquellos que provocaron la crisis económica? ¿Cuál es su objetivo principal, ir a la caza, o hacer simplemente un lavado de cara?
Los miembros de la red Finantzaz Haratago abogamos por una educación financiera que promueva el pensamiento crítico en la Comunidad Autónoma Vasca, con el fin de equilibrar la balanza mediante las ideas éticas y transformadoras. El hecho de haber nacido en el sistema financiero con el que contamos en la actualidad no significa que no sea posible tener otra realidad. Por tanto, consideramos que es imprescindible proporcionar las herramientas necesarias al alumnado de la enseñanza secundaria obligatoria para repensar las finanzas, con el fin de construir un sistema que no se alimente desde la desigualdad.
Queremos destacar que hay que hacer un proceso de reflexión a nivel educativo, con el fin de decidir qué tipo de sociedad queremos en el futuro, y está claro que el dinero y los mercados son claves en la estructura de nuestra sociedad actual. Este es nuestro objetivo: queremos llevar a cabo una transformación para que el dinero no sea el fin último.
En la huelga feminista de este año la sociedad vasca dejó claro cuál es el modelo de sociedad en el que quiere vivir, que es aquella que coloca a las vidas como punto central. Por tanto, debemos promover la economía feminista, para que la economía no sea solo un intercambio de dinero, y para que el cuidado adquiera un valor mayor, teniendo en cuenta el bienestar de todos.
Aunque parezca que tengamos un largo camino que recorrer, no está todo por hacer. Existen ya personas que trabajan para promover modelos económicos y financieros alternativos, empresas que trabajan como cooperativas, agricultores que luchan por la soberanía alimentaria, grupos que reivindican una forma de vivir basada en la ecología, personas que compran productos de comercio justo, …
Por tanto, queremos hacer un llamamiento para que se promuevan unas finanzas en el ámbito educativo que integren estos principios éticos: sostenibilidad, solidaridad, trabajo colectivo, responsabilidad y corresponsabilidad, entre otras cuestiones. En resumidas cuentas, promovamos un sistema financiero justo, que tenga sitio para todos, es decir, un sistema que no tenga ni vencedores ni vencidos.